En 1935, Antoine Saint Exupéry junto a su copiloto André Prévot chocaron en medio del desierto del Sahara, mientras estaban intentando romper el récord de velocidad en la carrera aérea París – Saigón.
Ambos tripulantes salieron ilesos, pero se enfrentaban a un panorama adverso, ya que estaban en medio del desierto, sin forma de comunicarse y con pocas provisiones para sobrevivir por un largo periodo de tiempo.
Durante cuatro días sufrieron de extrema deshidratación, hambre y de alucinaciones que casi los llevó al delirio máximo. Afortunadamente un beduino los descubrió y los salvó de una muerte segura.
Esta experiencia llevó al piloto de guerra francés a escribir sobre su aventura en el desierto con el libro “Tierra de hombres” y que terminaría dando forma a “El Principito”, uno de los libros de literatura infantil más famosos a nivel mundial y que fue votado el mejor libro francés del siglo XX.

Saint Exupéry desapareció un 31 de julio de 1944, mientras realizaba un misión de reconocimiento para las fuerzas aliadas que luchaban en la II Guerra Mundial en el sur de Francia. Recién en 1998 se encontraron los primeros restos del avión y algunas de sus pertenencias personales en el Mar Mediterráneo. Hasta el día de hoy se discute la causa del accidente, la teoría oficial dice que fue derribado por un avión alemán que lo interceptó en medio de su misión.
42 años después del accidente que inspiró a un piloto de guerra francés a escribir un libro para niños. Un motociclista francés de nombre Thierry Sabine yace perdido en medio del desierto de Teneré mientras competía en el Rally de Abidjan – Nice. Sabine pasó cuatro días extraviado, sin algún método para orientarse ya que su compás y reloj se rompieron durante un intento fallido de encontrar el rumbo.
En una situación peor que la de Saint Exupéry, Sabine estaba sin alimentos, o agua para sobrevivir en el corto plazo. Su única esperanza era ser encontrado lo más pronto posible por parte de la organización de la competencia.
Para sobrevivir a las altas temperaturas, Sabine se despojó de casi toda su vestimenta, quedando solo en ropa interior y llevando puesto sus calcetines. En un intento desesperado de producir saliva él chupó algunas rocas, mientras alucinaba con la muerte en medio del desierto africano.
Finalmente al quinto día el helicóptero de la organización del rally lo encontró gracias a una cruz gigante que hizo con piedras. La experiencia casi fatal dejó a Sabine con la idea de hacer algo grande para probar la resistencia del hombre y la máquina en condiciones adversas.
Dos años después, en 1979, la idea se hizo realidad con la primera edición del Rally París – Dakar. El primer rally tuvo su punto de inicio en la capital francesa y meta en la capital de Senegal.
En su primer año, 179 participantes tomaron parte de la primera edición, Cyril Neveu ganó en motos, mientras que en autos el trío de Alain Genestier, Joseph Terbiaut y Jean Lemordant se llevó la victoria en la categoría de cuatro ruedas.
Con el paso de los años, el Dakar se volvió popular entre los franceses con celebridades y excéntricos aventureros probando su suerte en el rally. Mientras que Sabine pasó a ser una figura del Jet Set francés con su espíritu de aventura.
En un destino similar al que tuvo el escritor y piloto de guerra francés, Sabine murió el 14 de enero de 1986 en una accidente aéreo que mató a cinco personas en total cuando el helicóptero en el que iba chocó con una duna en medio del desierto maliense en el áfrica occidental.
Una tormenta de arena pilló por sorpresa al helicóptero tripulado por Francois Xavier Bagnoud; primo del Príncipe Alberto de Mónaco cuando viajaban a baja altura en un intento de reorientación y chocando violentamente con una duna de más de 30 metros.

Su repentina muerte no detuvo la realización del rally de ese año, pero dejó un vacío en cuanto al valor humano de alguien que era conocido por solucionar todo tipo de problemas dentro de la organización y de ser el primer en ayudar a los competidores que estuvieran en problemas.
Las cenizas de Sabine fueron esparcidas en el desierto de Teneré, el mismo lugar que lo tuvo al borde de la locura y muerte, y que lo llevó a crear el rally más famoso del mundo.
En tanto que su padre Gilbert y Patrick Verdoy tomaron el control del rally hasta 1994, cuando la empresa A.S.O empezó a organizar la famosa prueba hasta el día de hoy y la cual se disputa en tierras sudamericanas desde 2009.
Sabine y Saint Exupéry fueron dos personas de dos épocas diferentes, ambos franceses que vivieron la misma situación bajo diferentes circunstancias que los inspiró a hacer algo para retratar sus experiencias y que son parte del legado que los define como personas hasta el día de hoy.