El Pontiac de Cale

“Win on Sunday, sell on Monday” por décadas ese fue el lema para todo auto ganador en NASCAR, cuando estos eran los mismos a los que uno veía en la calle. Si un Chevy, Pontiac, Buick o Ford ganaba el día domingo, al día siguiente iba a ser grito y plata en la automotora más cercana.

En 1983, NASCAR daba inicio a su temporada con la Daytona 500. “La gran carrera americana” durante la década de 1980 estaba con una creciente popularidad gracias a la televisación de CBS, la cadena estadounidense ha estado transmitiendo en vivo y de forma ininterrumpida la carrera más importante de la categoría desde 1979.

El tres veces campeón de la serie mayor de NASCAR Cale Yarborough llegaba a Daytona en busca de iniciar la temporada 83′ con el pie derecho, ganando la carrera más importante de la categoría de autos stock. El oriundo de Carolina del Sur ya tenía dos Daytona 500 en su palmarés (1968 y 1977) y estaba en busca de su tercer Harley J. Earl Trophy.

Antes de la instauración de las placas restrictoras, los autos corrían sin limitaciones de velocidad en los SuperSpeedways de Daytona y Talladega. Por esos años los equipos solían trabajar en detalles como los motores para generar la mayor cantidad de potencia y que en momentos llegaban a rozar la legalidad del reglamento técnico de NASCAR. La carrocería se moldeaba lo más fino posible para poder generar la menor resistencia posible, pero bajo la atenta vigilancia de NASCAR, otro elemento trabajo era la transmisión por sus importancia en las largadas, reinicios y paradas en pits.

Hasta febrero de 1983, ningún auto de NASCAR había logrado superar la barrera de las 200 millas por hora (320 km/h) A diferencia de los IndyCar, quienes lograron superar la barrera de los 200 mph con Tom Sneva en 1977.

Yarborough se presentó en Daytona con un Chevrolet Monte Carlo de cuarta generación del equipo Ranier-Lundy, preparado por su jefe de equipo Waddell Wilson, el cual también hizo el motor para ese auto.

Wilson había ganado la Daytona 500 en siete ocasiones como jefe de equipo o preparador de motores con seis pilotos diferentes como fue con Mario Andretti en 1967 o Benny Parsons en 1975 con un motor cuyos pistones eran de un auto de arrancones.

La clasificación para la Daytona 500 se realizó un día lunes debido a la lluvia que atraso su realización en un día. Cale completó su primera vuelta con una velocidad promedio de 200.503 millas por hora (322.678 km/h). Con esa vuelta ya estaba por encima del ansiado número y con el deseo de ir por más y llegar a las 240 mph (328 km/h). Sin embargo, llegando a penúltima curva del trióvalo, perdió el control de su Chevy para luego volcarse, rebotar en el asfalto y terminar golpeando el muro.

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Imágenes gentileza de NASCAR.

“El viento nos atrapó y nos sacó de pista.” – Cale Yarborough

Cale salió ileso del accidente, pero con un problema mayor a solo dos días de los duelos que iban a definir la grilla de largada para la edición 25 de la Daytona 500 y a seis de la gran carrera. El equipo tenía de solo 48 horas o menos para reparar el auto o buscar otro con el cual correr por el resto de la semana y poder clasificarlo a la carrera.

Con el Monte Carlo declarado como perdida total, el equipo necesitaba tener un auto para su piloto lo más pronto posible para evitar no clasificarse a la carrera e iniciar el campeonato con números rojos.

Bill France Jr, hijo del fundador de NASCAR, Bill France y entonces presidente del ente rector vino al garage del equipo y les dijo “Si ustedes arreglan ese auto, podrán trabajarlo las 24 horas del día, les pondré guardias. Luego el jueves parten la carrera clasificatoria, corren un par de vueltas y regresan para terminar todo el trabajo que tengan que hacer”. 

No obstante, el equipo encontró la solución a su problema en un local de comida rápida que estaba cerca del Daytona International Speedway. Un Pontiac Le Mans con la misma decoración para propósitos publicitarios estaba siendo exhibido en la entrada del local Hardee’s como parte un campaña publicitaria para la temporada 83′. Una llamada telefónica por parte de Wilson a su hijo dio inicio al operativo para traer el auto al garaje y prepararlo para el segundo día de clasificación y las carreras de clasificatorias del día jueves.

Con tan poco tiempo, el equipo debía preparar un Pontiac para ponerlo en una puesta a punto que lo hiciera capaz de correr una carrera de 500 millas. Trabajos en varios aspectos como la transmisión, el motor, el sistema eléctrico y su aerodinámica; un elemento que se estaba ya empezando a volver vital.

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En menos de 24 horas, el equipo preparó el Pontiac para que Yarborough pudiera salir a pista y participar del segundo día de clasificación, logrando hacer una vuelta de 195 mph (313 km/h) para asegurar su lugar en la Daytona 500 y correr con algo de paz su carrera clasificatoria que definiría su lugar en la grilla.

La carrera de 60 vueltas se realizó el jueves a la tarde, terminando tercero y ubicándolo en la octava posición para la gran carrera del domingo. Nada mal para un auto que 48 horas atrás estaba estacionado en un local de comida rápida.

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Foto gentileza de Pontiac Racing.

En cuanto a la carrera, Cale ganó su cuarta Daytona 500 con un auto que no era el suyo y que fue preparado en tiempo récord. Yarborough superó en la última vuelta a Buddy Baker para ganar “la gran carrera americana” para lograr su cuarto y último Harley J. Earl Trophy a la edad de 49 años.

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“Esto era un auto de repuesta que ni siquiera íbamos a traer. Es un Pontiac, pero sabíamos que el otro auto (Chevy )era el mejor, pero estos chicos pueden maravillas y eso es lo que hicieron hoy”. – Cale Yarborough agradeciendo a su equipo por el trabajo hecho tras ganar la Daytona 500.

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